Literatura del siglo XVIII
El siglo XVIII fue una época de grandes transformaciones culturales, políticas y sociales en Europa, marcada por el Iluminismo o Ilustración, un movimiento intelectual que promovía el uso de la razón y la ciencia como motores del progreso humano. La literatura del siglo XVIII reflejó este espíritu crítico y racionalista, buscando superar el estilo barroco del siglo anterior y adoptar las formas clásicas, más sobrias y equilibradas, que daban prioridad a la enseñanza moral y la claridad en el lenguaje.
Contexto histórico del Barroco
Antes de entrar en la literatura del siglo XVIII, es fundamental entender el contexto del Barroco, que predominó durante el siglo XVII y cuya influencia aún se sentía en los primeros años del XVIII. El Barroco fue un movimiento cultural caracterizado por la exageración, el ornamento excesivo, el gusto por el contraste y la complejidad formal. Reflejaba un mundo en crisis, marcado por la Contrarreforma, las guerras y las tensiones políticas y religiosas en toda Europa.
En España, el Barroco se asocia con el Siglo de Oro, una época de esplendor literario y artístico con autores como Góngora, Quevedo, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Sin embargo, hacia finales del siglo XVII, el agotamiento del estilo barroco y los cambios políticos en Europa llevaron a una nueva corriente más centrada en la razón y el orden: el Neoclasicismo.
Literatura del Siglo XVIII
La literatura del siglo XVIII en Europa fue influenciada por los principios de la Ilustración, una corriente que valoraba el racionalismo, el progreso científico y el escepticismo hacia las tradiciones y supersticiones religiosas. En este periodo, las artes y las letras fueron vistas como herramientas para educar y mejorar a la sociedad, alejándose del barroquismo complejo y oscuro, para adoptar un estilo más sencillo, claro y didáctico.
La Poesía Neoclásica
La poesía neoclásica se caracterizó por su claridad, sobriedad y moralidad. Los poetas neoclásicos rechazaban el exceso ornamental del Barroco y buscaban inspirarse en los autores de la Antigüedad clásica (como Horacio y Virgilio), a los que consideraban ejemplos de perfección literaria.
Características de la poesía Neoclásica
Claridad y sencillez: La poesía neoclásica busca un lenguaje simple y claro, accesible a todos los lectores.
Enseñanza moral: El arte, y por tanto la poesía, tenía un fin didáctico. A través de sus composiciones, los poetas querían transmitir lecciones morales y cívicas.
Racionalismo: Se dejaba de lado el sentimentalismo y se promovía el uso de la razón como fuente de inspiración.
Uno de los poetas más destacados del Neoclasicismo español fue Nicolás Fernández de Moratín, quien en su obra poética intentó conciliar el ideal de utilidad y belleza. En general, la poesía neoclásica española no alcanzó el brillo de la poesía barroca, pero mantuvo una dignidad formal y un claro propósito moral.
El Teatro Neoclásico
El teatro neoclásico se desarrolló como una reacción al teatro barroco, que había alcanzado su apogeo con figuras como Lope de Vega y Calderón de la Barca. El Neoclasicismo buscaba un retorno a las normas clásicas del teatro, inspiradas en Aristóteles y los dramaturgos grecorromanos.
Características del Teatro Neoclásico
La regla de las tres unidades: El teatro neoclásico seguía la regla de las tres unidades: unidad de acción (una sola trama principal), unidad de lugar (la acción debe desarrollarse en un solo espacio) y unidad de tiempo (la acción debe transcurrir en un solo día).
Finalidad didáctica: El teatro debía tener un fin moralizante. Los autores neoclásicos creían que el teatro debía enseñar al público lecciones sobre la virtud y el vicio, la razón y la justicia.
Verosimilitud y decoro: Se debía mantener un tono elevado y respetuoso en los diálogos y situaciones. La representación de lo "verosímil" era importante: las acciones debían ser creíbles y adaptadas a los valores de la época.
En España, Leandro Fernández de Moratín fue el dramaturgo más destacado del siglo XVIII. Su obra "El sí de las niñas" es un ejemplo del teatro neoclásico que critica los matrimonios arreglados y defiende el derecho de las jóvenes a elegir su propio destino. Esta comedia es una sátira social que, bajo un tono ligero, aborda temas profundos sobre la libertad individual y la educación.
Pensamiento y Ensayo
El ensayo y el pensamiento filosófico adquirieron una gran relevancia durante el siglo XVIII, ya que la Ilustración fomentaba la reflexión sobre las instituciones políticas, la religión, la educación y los valores humanos.
Características del Pensamiento Ilustrado
Racionalismo: Se buscaba el uso de la razón como herramienta para analizar el mundo y mejorar la sociedad. Los ilustrados confiaban en que el progreso humano vendría de la ciencia y la educación.
Crítica a la superstición y el absolutismo: Los ensayistas de la época criticaban la superstición y el poder absoluto de los monarcas. Muchos defendían la necesidad de reformas políticas y sociales para garantizar la libertad y la justicia.
Optimismo y progreso: Los pensadores ilustrados creían que la humanidad podía progresar hacia un futuro mejor si se fomentaba la educación y la razón.
En España, autores como Benito Jerónimo Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos fueron figuras clave del pensamiento ilustrado. Feijoo, a través de su obra "Teatro crítico universal", realizó una crítica a las supersticiones y costumbres populares desde una perspectiva racionalista. Por su parte, Jovellanos, en sus "Memorias sobre la educación pública", defendió la necesidad de reformar el sistema educativo español, promoviendo una enseñanza basada en la razón y el conocimiento científico.