Período Antropológico
El período antropológico de la filosofía griega marca un cambio significativo en el foco de las reflexiones filosóficas, pasando de las grandes preguntas sobre la naturaleza del cosmos a cuestiones relacionadas con el ser humano, su ética, su conocimiento y su papel en la sociedad. Este cambio de enfoque coincide con el auge de la Atenas democrática, una ciudad que en el siglo V a.C. vivió su máximo esplendor cultural, político y filosófico. En este contexto, surgieron figuras clave como los sofistas y Sócrates, quienes, aunque con enfoques distintos, compartieron un interés central en el ser humano y su relación con el conocimiento y la virtud.
La Atenas Democrática
En el siglo V a.C., Atenas se consolidó como una de las principales ciudades-estado de la Antigua Grecia, tanto en términos de poder militar como de desarrollo cultural. Bajo el liderazgo de personajes como Pericles, Atenas experimentó un florecimiento democrático sin precedentes, con un sistema político que permitía a los ciudadanos (aunque solo hombres libres) participar activamente en los asuntos del estado.
Este ambiente de libertad y debate fue propicio para el surgimiento de nuevas corrientes de pensamiento. A diferencia de los primeros filósofos, que se centraban en el estudio de la naturaleza y el cosmos, los pensadores de este periodo comenzaron a interesarse por los problemas relacionados con la ética, la política y el conocimiento humano.
Los Sofistas
Los sofistas fueron un grupo de pensadores y maestros que surgieron en la Atenas del siglo V a.C., y se especializaban en la enseñanza de la retórica y la argumentación. A diferencia de los filósofos tradicionales, los sofistas no estaban interesados en la búsqueda de verdades absolutas. Para ellos, el conocimiento y la verdad eran relativos, es decir, dependían de las circunstancias y del punto de vista del individuo.
Características
Relativismo: Los sofistas creían que no existía una verdad absoluta. Todo conocimiento estaba condicionado por el contexto social, cultural y político. En este sentido, lo que era verdadero para una persona podría no serlo para otra.
Enseñanza de la retórica: Dado que Atenas era una democracia en la que el poder dependía en gran medida de la capacidad de persuadir a otros, los sofistas se convirtieron en maestros de la retórica. Enseñaban a los jóvenes cómo construir argumentos convincentes, no necesariamente para llegar a la verdad, sino para triunfar en el debate.
Ética relativa: Para los sofistas, las normas morales también eran relativas. Las ideas de lo que es bueno o malo, justo o injusto, variaban según la sociedad y las circunstancias.
Principales Sofistas
Protágoras: Fue uno de los sofistas más influyentes. Es conocido por su famosa afirmación "el hombre es la medida de todas las cosas", lo que significa que el conocimiento y la verdad dependen de la perspectiva de cada individuo. Para Protágoras, no hay una verdad universal, sino que cada persona construye su propia realidad.
Gorgias: Otro importante sofista, Gorgias defendía que la retórica era un arte capaz de persuadir incluso sin tener la verdad de su lado. Sus enseñanzas subrayaban el poder del lenguaje para influir en la percepción de los demás.
Crítica a los Sofistas
Aunque los sofistas tuvieron una gran influencia en la sociedad ateniense, también fueron criticados por otros filósofos, como Sócrates y Platón, quienes los acusaban de relativismo extremo y de cobrar dinero por enseñar, algo que consideraban una degradación del conocimiento.
Sócrates
Sócrates (470/469 – 399 a.C.) fue uno de los filósofos más influyentes de la historia occidental, a pesar de que nunca escribió una sola línea. Todo lo que se conoce de él proviene de sus discípulos, especialmente de Platón. Sócrates es famoso por su método de enseñanza, basado en el diálogo y en la búsqueda constante de la verdad. A diferencia de los sofistas, Sócrates creía en la existencia de verdades universales y en la posibilidad de alcanzarlas a través del razonamiento.
El Método Socrático
El método socrático, o mayéutica, consiste en el diálogo como herramienta para llegar al conocimiento. Sócrates se dedicaba a hacer preguntas a sus interlocutores, guiándolos para que ellos mismos descubrieran sus contradicciones y llegaran a la verdad. Este proceso, según Sócrates, no solo era intelectual, sino también un ejercicio moral.
Pregunta y refutación: Sócrates formulaba preguntas aparentemente sencillas para explorar el conocimiento o las creencias de su interlocutor. Cuando detectaba inconsistencias en sus respuestas, las refutaba, obligando a su interlocutor a reconsiderar sus ideas.
Búsqueda de la verdad: Mientras que los sofistas enseñaban a ganar debates sin importar la verdad, Sócrates creía que el propósito del diálogo era alcanzar la verdad y el conocimiento auténtico. Para él, el conocimiento no era relativo, sino que existían verdades objetivas que podían descubrirse.
Ética y Virtud
Uno de los temas centrales de la filosofía socrática era la virtud. Sócrates sostenía que la virtud es conocimiento, lo que significa que solo quien conoce lo que es el bien puede actuar correctamente. En este sentido, la ignorancia era la causa de todos los males, ya que las personas solo actuaban mal por desconocimiento de lo que es bueno. Para Sócrates, quien sabe lo que es justo y bueno, necesariamente actuará de manera justa y buena.
Conócete a ti mismo: Esta famosa máxima atribuida a Sócrates refleja su creencia de que la autoconciencia y el autoconocimiento son esenciales para vivir una vida virtuosa. Solo al conocerse a sí mismo, una persona puede entender sus propios límites, motivaciones y propósitos, y así actuar de manera correcta.
La Muerte de Sócrates
Sócrates fue condenado a muerte en el año 399 a.C., acusado de corromper a la juventud y de no creer en los dioses de la ciudad. Durante su juicio, recogido por Platón en el "Apología de Sócrates", el filósofo se mantuvo firme en sus principios, defendiendo la importancia de la búsqueda de la verdad y rechazando huir o renunciar a sus convicciones. Finalmente, Sócrates fue obligado a beber cicuta, una planta venenosa, y su muerte marcó el fin de un periodo crucial para la filosofía ateniense.